Un rápido repaso de las motivaciones turísticas.
Lic. María Elena Valdez
Alto del Perdón. Camino de Santiago |
Los teóricos del turismo han dedicado muchas horas a estudiar y
clasificar las motivaciones de los turistas con el fin de brindar una base
racional para crear y promocionar productos y destinos ajustados al perfil de los
viajeros. Sin embargo, hay tantas clasificaciones como autores, lo que demuestra
la complejidad de la tarea.
El viaje siempre ha sido sinónimo de búsqueda. La conciencia de que “allí
afuera” había mucho por descubrir bien ha valido la pena de quienes se lanzaron
a tierras y mares desconocidos con incertidumbre y audacia, unas veces por
mandato, y otras por impulso interior: peregrinaciones en la Edad Media,
competencias atléticas en Grecia, búsqueda de alivio en las aguas termales del
imperio Romano, el Grand Tour por
Europa de los jóvenes aristocráticos para completar su formación en el siglo
XVIII, comercio, exploración, conquista, aventura o crecimiento personal son
algunas de las motivaciones reconocidas por la historia del turismo como
antecedentes de los viajes modernos.
Las ideas imperantes en el contexto sociocultural a lo largo de la
historia impregnaron de significado las actividades del hombre, también su
motivación en los viajes. Por ejemplo, las ideas de Rousseau acercaron el
hombre a la naturaleza allá por el siglo XVIII, y transformaron a las montañas,
antes gigantes temerarios, obstáculos para la vida civilizada, en un emocionante
desafío, dignas de ser conquistadas, escaladas, disfrutadas.
Por su parte, otras ideas de la mano de Marx, pusieron de relieve el
valor de lo heroico, abriendo camino a los viajes culturales con el objetivo de
visitar grandes monumentos, templos, palacios que dan cuenta de la grandeza de
la sociedad en tiempos pasados. Más tarde, como respuesta a la
industrialización y las exigentes condiciones laborales que ésta impuso,
surgieron las vacaciones anuales, con el evidente objetivo de gozar del
necesario descanso y recuperación física y psicológica.
Con los cambios sociales y el avance en las comunicaciones, este
abanico se ha ampliado y asistimos a nuevas formas de hacer turismo, que
parecen no tener fin. Descansar y desconectar de la rutina, conocer el pueblo
de origen de nuestros antepasados, aprender un idioma, saborear los productos
de la tierra en exclusivos tours gastronómicos, ponerse a prueba en sitios
inhóspitos, practicar el deporte favorito, buscar inspiración, o hacer turismo solidario
en el que muchos viajeros invierten su tiempo de vacaciones en ayudar a otros. Incluso
desdibujamos los límites que tradicionalmente separaron el tiempo de ocio del neg-ocio, incorporando el mundo laboral
al de los viajes, o viceversa, dando origen al turismo de negocios.
Parece atinado decir que las motivaciones para hacer turismo no cambian
en esencia, sino que se recrean en nuevas formas de re-crearse, de dar rienda
suelta a ese impulso tan humano de dejar atrás la comodidad del hogar para ver
el mundo de primera mano, vivir experiencias singulares en tierras lejanas,
aprehender con los propios sentidos realidades distantes en tiempo, espacio y
cultura. Las peregrinaciones, el termalismo, las olimpiadas, e incluso un aggiornado Grand Tour, siguen tan vigentes como siglos
atrás, pero en versión moderna. Cuanto más conocemos, más queremos conocer.
Cuanto más conocemos más queremos conocer... porque somos más conscientes de nuestra ignorancia. Muy apropiada la foto que ilustra el post, del Alto del Perdón en Navarra, paso obligado de los peregrinos a Santiago de Compostela tras abandonar Pamplona. Enhorabuena por el blog.
ResponderBorrarJesús M. Landart
Muchas gracias, Jesús! Espero verte por Argentina pronto y compartir experiencias del Camino de Santiago, que no es mas que el camino de la vida, subidas y bajadas, encuentros y despedidas, silencios y charlas profundas. Una sucesión de momentos vividos intensamente. Buen camino!
Borrar