Páginas

17 de febrero de 2014

Un viaje, una búsqueda.

Un rápido repaso de las motivaciones turísticas.

Lic. María Elena Valdez

Alto del Perdón. Camino de Santiago

Los teóricos del turismo han dedicado muchas horas a estudiar y clasificar las motivaciones de los turistas con el fin de brindar una base racional para crear y promocionar productos y destinos ajustados al perfil de los viajeros. Sin embargo, hay tantas clasificaciones como autores, lo que demuestra la complejidad de la tarea.

El viaje siempre ha sido sinónimo de búsqueda. La conciencia de que “allí afuera” había mucho por descubrir bien ha valido la pena de quienes se lanzaron a tierras y mares desconocidos con incertidumbre y audacia, unas veces por mandato, y otras por impulso interior: peregrinaciones en la Edad Media, competencias atléticas en Grecia, búsqueda de alivio en las aguas termales del imperio Romano, el Grand Tour por Europa de los jóvenes aristocráticos para completar su formación en el siglo XVIII, comercio, exploración, conquista, aventura o crecimiento personal son algunas de las motivaciones reconocidas por la historia del turismo como antecedentes de los viajes modernos.

Las ideas imperantes en el contexto sociocultural a lo largo de la historia impregnaron de significado las actividades del hombre, también su motivación en los viajes. Por ejemplo, las ideas de Rousseau acercaron el hombre a la naturaleza allá por el siglo XVIII, y transformaron a las montañas, antes gigantes temerarios, obstáculos para la vida civilizada, en un emocionante desafío, dignas de ser conquistadas, escaladas, disfrutadas.

Por su parte, otras ideas de la mano de Marx, pusieron de relieve el valor de lo heroico, abriendo camino a los viajes culturales con el objetivo de visitar grandes monumentos, templos, palacios que dan cuenta de la grandeza de la sociedad en tiempos pasados. Más tarde, como respuesta a la industrialización y las exigentes condiciones laborales que ésta impuso, surgieron las vacaciones anuales, con el evidente objetivo de gozar del necesario descanso y recuperación física y psicológica.

Con los cambios sociales y el avance en las comunicaciones, este abanico se ha ampliado y asistimos a nuevas formas de hacer turismo, que parecen no tener fin. Descansar y desconectar de la rutina, conocer el pueblo de origen de nuestros antepasados, aprender un idioma, saborear los productos de la tierra en exclusivos tours gastronómicos, ponerse a prueba en sitios inhóspitos, practicar el deporte favorito, buscar inspiración, o hacer turismo solidario en el que muchos viajeros invierten su tiempo de vacaciones en ayudar a otros. Incluso desdibujamos los límites que tradicionalmente separaron el tiempo de ocio del neg-ocio, incorporando el mundo laboral al de los viajes, o viceversa, dando origen al turismo de negocios.

Parece atinado decir que las motivaciones para hacer turismo no cambian en esencia, sino que se recrean en nuevas formas de re-crearse, de dar rienda suelta a ese impulso tan humano de dejar atrás la comodidad del hogar para ver el mundo de primera mano, vivir experiencias singulares en tierras lejanas, aprehender con los propios sentidos realidades distantes en tiempo, espacio y cultura. Las peregrinaciones, el termalismo, las olimpiadas, e incluso un aggiornado Grand Tour, siguen tan vigentes como siglos atrás, pero en versión moderna. Cuanto más conocemos, más queremos conocer.

2 comentarios:

  1. Cuanto más conocemos más queremos conocer... porque somos más conscientes de nuestra ignorancia. Muy apropiada la foto que ilustra el post, del Alto del Perdón en Navarra, paso obligado de los peregrinos a Santiago de Compostela tras abandonar Pamplona. Enhorabuena por el blog.

    Jesús M. Landart

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Jesús! Espero verte por Argentina pronto y compartir experiencias del Camino de Santiago, que no es mas que el camino de la vida, subidas y bajadas, encuentros y despedidas, silencios y charlas profundas. Una sucesión de momentos vividos intensamente. Buen camino!

      Borrar